En el norte del distrito de Gracia, concretamente en el paseo de nuestra señora del Coll 41, encontramos escondida una joya de la arquitectura orientalista de la ciudad de Barcelona: La Casa Marsans.
Este singular palacete tiene su origen en el deseo de la familia Marsans, propietaria de la Banca Marsans y de la primera agencia de viajes de España de construir una residencia de veraneo en unos terrenos de la zona Vallcarca.
El proyecto le fue encargado al arquitecto Julio Marial Tey. Dicho arquitecto realizó, en 1907, este singular edificio denominado casa de Josepa Marsans Peix, que aún hoy en día está considerada uno de los mejores ejemplos de la arquitectura neo árabe que existe en la Ciudad de Barcelona.
El resultado arquitectónico de la Casa Marsans resulta una acertada combinación de estilos modernistas y arquitectura morisca. Si bien en el exterior predomina una línea clásica-modernista, en el interior del palacete destaca la decoración que combina el estilo modernista con detalles neo moriscos, en un ambiente que bien podría transportarnos a la Alhambra de Granada.
La entrada a pie de calle tiene una magnifica puerta de hierro forjado que invita a entrar. Una vez se inicia la subida que lleva hasta la entrada del palacete, delante hay una entrada ajardinada que forma un balcón con vistas al paisaje barcelonés. Resalta la fachada con líneas horizontales y unas impostas que separan las dos plantas del edificio. Sorprende también el espectacular portal vidriado de medio punto que da paso al interior de la casa.
La planta baja está organizada en torno a un espacio central, que decorado con motivos islámicos, evoca al patio de los leones del Palacio nazarí de la Alhambra.
Un peristilo de columnas con fustes lisos de mármol blanco sostienen la hilera de arcos lobulares que delimitan paramentos de pared decorados con figuras geométricas.
Los colores que se conforman de una manera alterna son el azul rojo y dorado y se extienden en el friso reseguido por una cenefa con caligrafía árabe en el que se puede leer “ala es el más grande”.
A través de una claraboya plana y de los arcos de hierro polibulados del tambor la iluminación es plena y transparente en esta estancia central.
El exotismo de este palacete de residencia estival, refleja la voluntad de una clase social como era la burguesía de Barcelona, que quería demostrar a través de su riqueza su categoría bien estante y es a través de la arquitectura como consiguen este efecto escaparate de su opulencia.
Con el paso del tiempo el edificio tuvo usos diferentes al que inicialmente se había proyectado. Así durante la Guerra Civil este edificio fue expropiado y transformado en un hospital. Una vez acabada la guerra la casa Marsans pasó a ser una caserna militar hasta que en 1946 pasó a desarrollar una función de residencia para niños huérfanos de la segunda guerra Mundial y así acogió a decenas de niños de Alemania y Polonia.
En 1956, el edificio pasó a depender de los servicios sociales y pasó a ser regentado por comunidades de monjas. Primero se denominó centre social “El Pinar “para acoger a niñas huérfanas y más tarde pasó a llamarse, “Hogar Escolar Nuestra Señora de Montserrat”.
Finalmente, el año 1983, el edificio que está catalogado como Patrimonio Cultural Europeo, fue adquirido por la Generalitat de Catalunya con el nombre de Mare de Déu de Montserrat fue transformado en el primer Albergue de Juventud de Barcelona, funciones que hoy día sigue desarrollando. El albergue que organiza mensualmente actividades familiares como espacio histórico abierto a los vecinos del barrio, la ciudad y toda Cataluña.