El empuje urbanístico que supuso para Barcelona la exposición universal de 1888, motivó que nada más terminarse el certamen ya se hablase de organizar otro.
En 1913 ya se decidió que el lugar de la ubicación de la muestra fuera Montjuïc y no el área del Besos, como inicialmente se había propuesto. Esta decisión tuvo una importancia capital y marcó el futuro desarrollo de la ciudad hacia poniente.
El gran peso que las industrias eléctricas tenían en estos momentos en Barcelona hizo que el certamen se plantease como una exposición de industrias eléctricas, cuyo proyecto a cargo de Puig i Cadafalch se presentó en 1915.
A pesar de cambios posteriores, este proyecto marcó los principios según los cuales se ejecutaron las obras de urbanización, paralelas al ajardinamiento de distintas partes de la montaña de Montjuïc. Las obras bajo la dirección del ingeniero Marià Rubió i Bellver comenzaron en 1917 con la idea de acabarlas en 1919, sin embargo los trabajos se desarrollaron con lentitud y no finalizaron hasta 1923.En septiembre de ese mismo año se produjo el pronunciamiento del capitán general Primo de Rivera lo que hizo que el certamen se retrasara hasta el 1929.
El 19 de mayo de 1929 el rey Alfonso XIII inauguraba oficialmente la segunda exposición internacional que organizaba la ciudad de Barcelona.
Inauguración de la Exposición de 1929
Los asistentes a la exposición tuvieron la ocasión de contemplar otra vez la variada muestra de la producción barcelonesa: modernos tejidos de algodón y lana, maquinaria textil, motores eléctricos.
El espacio de la Exposición Internacional de 1929 se organizó con dos tipos de construcciones diferentes: por un lado, los palacios, grandes edificios que acogieron aspectos monográficos del certamen; y por otro lado, los pabellones más pequeños y que representaban un país, institución o sociedad.
El trazado de la exposición constaba de una antesala, la plaza de España. Dicha plaza fue urbanizada como acceso al recinto ferial y a la vez, como centro de comunicaciones de la ciudad. Arquitectónicamente se resolvió como un anillo circular compuesto por la columnata de Puig i Cadafalch en el frente de Montjuïc, y una serie de edificios de ladrillo proyectados por Rubió i Tudurí como hoteles de la exposición. En medio se construyó una gran fuente obra de Josep Mª Jujol y del escultor Miquel Blay.
El eje de la gran avenida de Maria cristina vino marcado desde la plaza por dos campaniles inspirados en los de san marcos de Venecia, obra de Ramón Ventós.
De esta plaza parte la avenida de Maria cristina, eje principal del conjunto, hasta el pie de una gran escalinata que conduce al primer rellano. A ambos lados de la avenida se alzan los palacios del Trabajo, de comunicaciones y Transportes y el de Electricidad y Fuerza Motriz, así como la gran plaza del Universo en cuyo centro había una fuente luminosa. En el primer rellano se sitúan la gran fuente mágica. Por la noche la fuente obra de Carles Buïgas, ofrecía un espectáculo de luces y colores, que maravilló a los asistentes a la exposición. Más arriba se encuentran los palacios de Alfonso XIII y de Victoria Eugenia, ambos de Puig i Cadafalch, que ascienden adaptándose al desnivel del terreno. Continuando por la escalinata se llega al gran edificio del Palacio Nacional, corazón del certamen. El palacio Nacional fue obra de Enric Cata, Eugenio Cendoya y Pere Doménech. Este palacio de de estilo renacentista español, fue edificado entre 1926 y 1929.
Palacio de las Telecomunicaciones
En el imponente salón oval, se llevó a cabo la ceremonia inaugural de la Exposición. Este palacio se dedicó a exhibir una gran muestra artística española compuesta por más de 5000 objetos procedentes de todos los rincones del país.
Fuente Mágica Montjuïc
El estadio está en la parte alta de la montaña, y en él se desarrollaron las pruebas deportivas vinculadas a la exposición.
Separados de este gran eje que va desde la plaza de España al estadio, hay otros edificios y construcciones vinculados al certamen, como el palacio de premsa ,obra neomudejar de Pere Doménech, hoy sede la Guardia Urbana, y el pabellón de la ciudad de Barcelona, obra de Joseph Godoy y ocupado también por la Guardia urbana y cuyas esculturas que decoran la fachada son obra de dos prestigiosos escultores catalanes: Eusebi Arnau y su discípulo Frederic Marés. Ambos pabellones se sitúan en la avenida Rius i Taulet.
Palacio de Premsa
En la calle Lleida se encuentra el palacio de agricultura, obra de Josep Mª Ribas y Manuel Mayol, y justo delante de este palacio se encuentra el de artes gráficas de Raimon Duran y Pelai Martínez y que desde 1935 es la sede del Museo Arqueológico de Cataluña. Frente al anterior se encuentra el teatro Grec. Este teatro resultó de la hábil conversión de una de la tantas canteras que había en Montjuïc en un teatro al aire libre. La obra de Ramón Reventós fue concedida como anfiteatro de unas 2000 localidades. Está inspirado en el teatro Dionisos de Atenas y originariamente en medio del escenario había un templete de piedra por el cual entraban y salían los artistas.
Palacio Ciudad de Barcelona
Más arriba encontramos el sector de Miramar. Allí se encuentra la estación de funicular remodelada en 1992 y la piscina de Montjuïc cuya primera construcción data de 1929.
Funicular de Montjuïc
Bajando de nuevo, encontramos el conjunto del Pueblo español, que constituyó una de las atracciones de la exposición. Este recinto supuso la reconstrucción entre arqueológica y pintoresca de la arquitectura popular y monumental española. El recinto fue dividido en seis ámbitos regionales y ocupa unos 20.000 m2 con unos 600 edificios de los cuales 200 pueden visitarse. Tiene 20 calles, diversas placitas y una gran plaza de 3500 m2.
La concepción del pueblo español ha de inscribirse en la corriente nuevocentista de la época que busca la tradición popular del país. Esto fue lo que creo un extraordinario éxito del pueblo español sobre todo entre los visitantes extranjeros.
Pueblo Español
Un pabellón que rompió con el monumentalismo clásico de los palacios, fue el pabellón Mies Van Der Rohe, que fue el pabellón de Alemania en la exposición. Este pabellón llamó la atención por su resolución totalmente innovadora. Su arquitecto fue Ludwing Mies van Der rohe uno de los máximos exponentes del movimiento Bauhaus.
Sus características fueron la pureza de líneas, la funcionalidad de los espacios y el uso exquisito de los materiales.
Pavellón Alemania.Mies Van Der Rohe
En la montaña de Montjuïc también fue necesario realizar las obras de ajardinamiento y para ello se contó con el prestigioso especialista francés Jean Claude Forestier. La intervención de Forestier se centró en configuración de la terraza de Miramar, en la remodelación de los jardines Laribal, en el conjunto de la Font del Gat y en el teatro Grec. Forestier entendía la jardinería como espacios donde se respirase alma y placidez, donde se pudiera gozar de la belleza de los árboles y las flores. Forestier también contó la colaboración de Nicolau Rubió i Tudurí, artífice del primer proyecto de espacios verdes para la ciudad.
Entrada a la Exposición
Unos meses antes de inauguración de la exposición comenzó en Estados Unidos una profunda crisis económica (crack del 29) lo que llevó a algunas empresas extrajeras que habían anunciado su participación en el certamen que no se presentaran. Esta circunstancia resto auténtica dimensión internacional a la muestra y sembró de dudas acerca de su éxito a los propios organizadores.